domingo, 20 de marzo de 2011

Aportes desde el Teatro al desarrollo de las técnicas didácticas, por A. Carlos Ferreira D.

Un breve esquema explicativo de la potencial utilidad del conocimiento teatral, para el desarrollo de las técnicas didácticas:

Teatro y dramatización, por Javier Aparicio.

Elementos básicos para la enseñanza del Teatro en Educación Secundaria:

Trabajo teórico de Teatro.
1.- Explica al menos tres diferencias entre los conceptos TEATRO y JUEGO DRAMÁTICO.
2.- Explica las posiciones sobre el escenario en las que se puede colocar un actor.
3.- ¿En qué consisten el conflicto y la tensión dramática de una obra?
4.- ¿Qué tipos de gesto hay? Pon dos ejemplos de cada uno.
5.- Inventa tres acciones y explica dos diferentes propósitos y formas de cada una.

Orígenes del Teatro castellano, por Charo Alonso.

Breve síntesis para una introducción a la Historia del Teatro en Castilla:

miércoles, 9 de marzo de 2011

LA VOZ DEL TEXTO HECHA TEATRO, BREVES IMPRESIONES SOBRE LA LECTURA EXPRESIVA, por Charo Alonso.

Quiero dormir el sueño de las manzanas,
Alejarme del tumulto de los cementerios.
Quiero dormir el sueño de aquel niño
Que quería cortarse el corazón en alta mar.
                             Federico García Lorca, Gacela de la muerte oscura.

   La representación en Octubre del 2010 de la obra “Sueño Lorca o el Sueño de las manzanas” escrito y dirigido por la actriz y productora María Caudevilla junto a Baraka Producciones, nos sirve de Introito para esta breve reflexión acerca de la importancia del teatro leído como subgénero dramático, íntimamente ligado al concepto de texto y, al mismo tiempo, imposible de desligar de los recursos que, generalmente, asociamos al hecho teatral. La obra, representada en el Teatro Español de Madrid, se basa en textos lorquianos articulados de tal modo que suponen un viaje poético y teatral por el mundo del autor granadino desde una perspectiva original que ha sido premiada en numerosas ocasiones y definida por la crítica como Un texto que se acompaña de recursos teatrales.
   El ejercicio de convertir fragmentos literarios no destinados inicialmente al teatro en aparato dramático, es una experiencia a la que se recurre en frecuentes ocasiones y que nos sitúa a medio camino del texto leído y el representado, en un terreno ambiguo donde reflexionar acerca del papel del texto y la representación, espacio en el que nos situamos para afirmar la importancia de la experiencia teatral como recurso de múltiples implicaciones a la hora de utilizarlo en el aula: la conversión ya citada de fragmentos de todo tipo de géneros en texto dramático, la representación convencional de los mismos y del libreto teatral y la lectura dramatizada de textos; caminos sobradamente conocidos y nunca agotados que nos aproximan de nuevo a un género que, en ocasiones, no es lo suficientemente trabajado por los docentes.
   En ese campo ambiguo entre la representación –concebida en numerosas ocasiones como actividad extraescolar- y la lectura desnuda del texto en la clase, situamos nuestra reflexión sobre el Teatro leído y la necesidad, a nuestro parecer, de reforzar esta actividad formativa que, en modo alguno, es incompatible con la creación de un grupo de teatro dedicado a la representación convencional y ofrecido a los alumnos como una experiencia sumamente enriquecedora. Nuestro objetivo se centra en potenciar, desde el aula y con los mínimos recursos posibles, la actividad formativa del teatro leído.
   Sin convertir la dicotomía teatro físico y teatro con la voz en un dogma que separe ambas experiencias, defendemos la Lectura expresiva o Lectura dramatizada como un recurso que se incluye fácilmente en la actividad diaria del aula y que requiere de mecanismos del teatro físico –tales como la repartición de personajes, el estudio del texto, la caracterización e identificación entre otros- sin que suponga esa mayor complejidad que acompaña al hecho teatral. El teatro leído en el aula es una experiencia ofrecida a todos los alumnos, alumnos que, en ocasiones, no se acercan al grupo de teatro convencional por falta de tiempo o que rehuyen dicha experiencia por un acusado sentido del ridículo.
   El acercamiento al género teatral, en ocasiones escaso o nulo en los programas de lengua castellana y literatura propios de la enseñanza secundaria, encuentra en el ejercicio de la Lectura expresiva un recurso adecuado para entender los mecanismos dramáticos básicos, y a la vez, un ejercicio muy necesario para mejorar los procesos de lectoescritura. En un mundo en el que la oralidad ha pasado a un segundo plano y la expresión del alumnado en particular es paupérrima tanto en el aspecto oral como en el escrito, esta actividad formativa supone un ejercicio básico para corregir las deficiencias arrastradas a lo largo de todo el proceso educativo. Con la lectura en voz alta de textos teatrales o textos de otros géneros articulados a la manera teatral, conseguimos potenciar el hábito lector y perfeccionar una serie de elementos que, en ocasiones, obviamos en las programaciones.
   La Lectura Expresiva nos sitúa en la mejora de la entonación, la dicción, la expresividad, la modulación… Asimismo, potencia la importancia de la voz humana, la importancia del silencio, de los signos de puntuación que marcan tonos, y nos recuerdan el valor intrínseco de la comunicación, esa que se produce de madre a hijo en la lectura expresiva del cuento infantil; experiencia que debería subyacer en la mente de todos nuestros alumnos. La relación de los elementos que pueden mejorarse gracias a la lectura expresiva es larga y, sobre todo, tremendamente sugerente. Supone además, un acercamiento diferente al hecho teatral, puesto que debemos en ella reiterar los recursos que hacen olvidar la falta del lenguaje no verbal del mismo.
En este breve acercamiento a la experiencia de la Lectura dramatizada o expresiva –utilizar una u otra etiqueta supone ya una elección-, hemos hablado de la mejora con su uso de aspectos orales que se verán reflejados en la expresión escrita del alumno tales como el uso de los signos de puntuación. Nunca podremos insistir lo bastante en la enseñanzas de recursos tales como la colocación de la voz, la utilización de la intensidad de la misma, el reconocimiento de la mayor carga semántica de ciertas palabras en la lectura, sobre todos los verbos… conocimientos que, desde que la fonética se convirtió en una lección breve o inexistente de la programaciones, parecen haber desaparecido de las aulas de secundaria. La importancia de la oralidad es un mero supuesto teórico, la falta de tiempo y de interés hace que el docente no preste atención a una necesidad cada vez más acuciante por parte de la vida moderna y de las carencias de un alumnado que no le da la menor importancia. La carga fonética de este ejercicio, su relación con el lenguaje no verbal y con los recursos de la retórica clásica, ya nos serviría para defender su utilización y su importancia.
   Sin embargo, la lectura expresiva de textos de todo tipo no sólo nos sitúa en el plano oral y fonético. Gracias a esa lectura, hemos afirmado que el alumno aprendería los mecanismos básicos del hecho teatral tales como la división canónica en actos, escenas… la articulación del texto con la presentación de los personajes, las acotaciones… Además, la historia de la literatura con este trabajo no aparecería como un ejercicio teórico, sino práctico: por ejemplo, la lectura dramatizada nos sitúa en el terreno ambiguo de la Comedia Humanística de finales de la Edad Media, género en el que La Celestina constituye un ejemplo memorable. Asimismo, la lectura expresiva nos ayuda a entender, ya en los terrenos de la gramática textual, el ejercicio del diálogo, incluido no sólo en el texto teatral, sino en el narrativo. Encontrar el tono del diálogo en los diferentes tipos de textos, relacionarlos con el guión como elemento que conocen a través de las series de televisión y de las películas, es posible gracias a la experiencia del Teatro Leído.
   La lectura desnuda de textos teatrales o convertidos en teatrales, supone, finalmente, un ejercicio que potencia numerosos campos, y todo desde la falta que supone la visualización de otros recursos teatrales sumamente ricos. El hecho de utilizar solo la voz, a la manera de los locutores de radio, aspecto que también podemos tratar de forma transversal, nos sitúa en una sugerente intención expresiva. Estamos ante una extraordinaria variedad de recursos basados en la carencia de otros elementos, cuya importancia vamos a trabajar desde su ausencia. El alumno, armado únicamente con uso de la voz, debe reflexionar no solo sobre el texto que lee, su pertenencia a una u otra taxonomía genérica o su valor literario, sino que tiene la obligación de potenciar las funciones del lenguaje: la expresiva en tanto lectura expresiva, la apelativa en tanto lectura en voz alta a un público que debe aprender a estar en silencio y atento, la fática en el caso de que ese público no preste la suficiente atención y la metalingüística y lúdica ya que estamos trabajando con textos literarios y haciéndolo desde el recurso del juego y de la experiencia formativa.
   Resulta así, para terminar, un ejercicio lleno de sugerencias que el docente puede utilizar de múltiples formas, siempre desde una perspectiva amena, apasionada y llena de matices. Sólo la elección de textos dedicados a la lectura en el aula ya supone un ejercicio rico en posibilidades que convierte al texto en algo vivo, en una dialéctica que transmuta el aula en espacio teatral donde vivir, por ejemplo, el sueño de las manzanas.
María del Rosario Alonso.